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En la esencia de nuestro trabajo está querer gustar. El escenario es un lugar donde contamos una historia elegida, a un público que nos escucha, y que, con suerte, acabará complacido de lo que ha visto. Podríamos pensar que esto no sucede en otros trabajos que prefieren espolear, provocar, incluso horrorizar al público con lo que hacen o cuentan. Soy de la creencia de que si queremos impactar de esa manera, aunque sea negativa, es que nos importa mucho el que tenemos enfrente. El odio y el amor son polaridades del mismo sentimiento.

Creo que es muy importante nombrar esta cualidad. Poder incluso regalársela al contenido de la historia, ya que casi todos los personajes quieren gustar, caer bien, ser comprendidos, o conseguir algo de quien tienen enfrente. A lo mejor parece una perogrullada, pero a mí me ayudó mucho descubrirlo, porque hasta ese momento confundía lo que sucedía en la actuación con lo que sucedía en los ensayos. Dejar de poner la atención en querer gustar a mis compañeras o compañeros, a directores, productores, etc., me permitió disfrutar más del trabajo en sí. Dejé de estar despistada con el entorno, para dedicarme a la labor por la que me pagan.

A veces se me olvida, y me descubro haciéndome la interesante, o la graciosa, o lo que crea conveniente, para ser aceptada. O tomando copas con gente porque creo “que me viene bien” aunque no congeniemos mucho, o hablando de cualquier cosa en los descansos para no quedar fuera de un momento social compartido. Y cuando hago esto, indefectiblemente, al rato me empiezo a cuestionar a mí misma. Entonces tengo que recordarme que es a través de mi trabajo cuando esa respuesta que deseo sucede.

En los años que llevo en esto ya he conocido a una buena cantidad de colegas artistas, en varios frentes, y me atrevo a decir que un porcentaje altísimo (más del 90%), tenemos carencias importantes que, al intentar solventar, nos fueron conduciendo a los escenarios. Me parece muy lógico. Lo que ocurre es que esa carencia sólo la podemos rellenar cada uno y cada una de nosotras. Querer buscar en el trabajo a las amigas, novios, amantes, padres o madres, suele acarrear frustraciones, o relaciones un poco contaminadas que provocan sufrimientos. Sin embargo, asumirlo y entregar esa necesidad imperiosa de recibir amor o aceptación a nuestro personaje o historia, lo tiñe de una humanidad y le da una dimensión más universal. Seduzcamos al mundo con la humildad de nuestras necesidades.

(Publicado en Revista Godot. Julio 2015)