
La escucha es algo muy valorado en la vida y en esta profesión. Es de las primeras cosas que se aprende en la mayoría de las escuelas. Escuchar la escena, escuchar al compañero y escucharse a una misma para ver qué pasa y reaccionar de una manera orgánica, verosímil, real, como se le quiera llamar, pero que parezca coherente y lógica con la situación. Veo actores y actrices que se han hecho verdaderos amos de la escucha y se dejan penetrar por lo que ocurre alrededor, viviendo intensamente su respuesta a ello. Se dejan transformar por lo que reciben y muestran una reacción orgánica muy creíble.
Sin embargo, creo que se ha utilizado mucho este concepto para nuestro propio ombligo, hemos conseguido pararnos a ver qué nos pasa con lo que nos dicen o hacen, y reaccionar en consecuencia, pero se ha perdido una parte importantísima de la escucha que tiene que ver con el otro. Escuchar no sólo -y nada menos- sirve para llenarme de información yo. Sirve para ver qué hay al otro lado, qué punto de vista diferente puede tener otra persona, qué circunstancias tiene o cómo se siente. Sabemos que gran parte de las terapias consisten en escuchar, porque sentirse escuchado ya nos transforma. Y de eso veo poco en los escenarios. Veo cómo nos alimentamos de los compañeros sin ser conscientes de que nosotros también somos su alimento, sin usar eso, en el mejor de los sentidos. La escucha tiene que ver también con saber qué tengo enfrente. Cómo voy a conseguir algo de alguien (mi objetivo, deseo, etc.) si no sé cómo está, ni qué le pasa, ni si está comprendiendo de qué le hablo. Cómo voy a hacerme entender si no sé en qué punto está mi pareja de escena.
Es un difícil equilibrio entre la escucha de una y la del otro, pero solo jugando con todos los ingredientes, conseguiremos que nuestro hacer traspase. Si no conozco el terreno corro el peligro de hacerme daño: a la nieve con ropa térmica, a la playa en sandalias y bikini y al gimnasio con ropa deportiva. Pues lo mismo con las personas. Si no sé quién tengo enfrente, quizá no sirva de nada todo mi empeño en mostrarme. Escuchar también es VER a la otra persona al completo.
(Publicado en Revista Godot. Noviembre 2015)